“Te ves tan frágil como una flor“, dijo a tu paso un caminante observador. Y tú, altiva y orgullosa, respondiste “No soy frágil como una flor, soy frágil como una bomba”, sin rayar en la arrogancia o, al menos, así lo pareció, por supuesto, el momento, las risas de todos acogió.
Yo sonreí quedamente, mientras pensaba en esa particular interacción, sin duda alguna podía afirmar que a la vista eras hermosa, como una rosa sin igual, sin embargo, no creo que ninguna flor sea frágil, tal vez delicada entonces, una sonrisa se me escapó del alma.
Es probable que las primeras palabras, que si bien guardaban una sana intención, ninguna otra que alabar un atributo que parecía ser obvio a los ojos del espectador, pudieron caer en desgracia ante los nervios y la innecesaria exageración, buscando impactar al instante y robar tu corazón.
Las segundas, sin embargo, fueron una verdad directa, dicha con convicción, en lo que a mujeres se trata, son como una bomba dispuesta para la acción, si llegas a cortar un cable debes atenerte a la reacción, de ser el correcto no habrá límites para todo su amor, si no lo es… entonces vaya con Dios.
Son, sin duda alguna, la más perfecta combinación, cada faceta, cada expresión, cada momento, cada intención, por eso estudiarlas es una afición, pues ante el cable correcto lo llenan todo de amor, pero saberlo de pleno, esa… es otra cuestión.
Autor: Oswaldo Oropeza
País: Venezuela 🇻🇪
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